martes, marzo 10, 2009

Calasanz en San Rafael del Sur (Nicaragua)

Entrevista al P. Juan Álvarez Iglesias, escolapio
Mauricio Morales Genie
Calasanz, hoy (XII.1969)

De nuestro ultimo viaje a San Rafael del Sur

Hemos llegado, en una tarde un tanto calurosa de principios de verano, varios alumnos del Quinto Año del Colegio Calasanz, a San Rafael del Sur. No venimos en plan de turistas, sino invitados a una asamblea general de los jóvenes de este pueblo en la zona del Pacífico.

Ha sido numerosísima la asistencia. El P. Juan Álvarez, después de saludar a todos los presentes, con la agudeza, seguridad y claridad que le son características, va presentando proyectos a realizar. Metas a conseguir a corto y largo plazo.

Llamada a la generosidad de todos y cada uno. Hay que tomar conciencia de múltiples problemas dentro de la misma comunidad de San Rafael. Llamada a responsabilizarse. La gente joven que debe de estar dispuesta a todo en bien de sus convecinos.

Quedamos gratamente impresionados por la buena disposición y respuesta inmediata. Ofrecimiento de colaboración por parte de estos jóvenes. Empezando por la prestación personal.

Al terminar, aprovechamos la ocasión para hacer unas preguntas al P. Alvarez.

Padre, cuánto tiempo lleva Ud. trabajando en San Rafael del Sur?

—Prácticamente, desde que llegué de España. Es decir, hace algo más de un año. Pero lo acertado sería preguntar, cuánto tiempo llevamos entregados a la atención espiritual —con proyección social— de estas sencillas gentes.

Digo esto, porque lo que aquí se realiza no es obra de una persona en concreto. Ni de dos. Es la comunidad de P. Escolapios del Colegio Calasanz la que se hace aquí presente. Cumpliendo con su misión de Iglesia, claro.

Yo ahorita no estaría aquí, si los demás Padres en Managua no estuvieran dedicados a otros quehaceres que, en parte, a mí me correspondían.

No olvidéis nunca esto: es fácil caer en la tentación de pensar que unos hacemos mucho más que otros. Pero lo cierto es que, no podríamos realizar muchas cosas si no contásemos con el apoyo de los demás. Máxime de los que están a nuestro lado.

Bueno, lo dábamos por supuesto. Pero tomamos nota de su aclaración. ¿Atienden otras iglesias o capillas además de la San Rafael del Sur?

—Sí. Poco antes de llegar vosotros el P. Cherna [José María Sacedón] y dos religiosas de Lumen Christi, salían para San Pablo. Barrio que está aquí cerquita y que algunos de vosotros ya conocéis.

Allí, mientras las monjitas dan catequesis, el Padre administra el Sacramento del Bautismo, visita enfermos, si los hay. Después, tienen la Santa Misa.

El P. Sacedón, regresa otra vez a Managua los sábados. El domingo por la tarde, en compañía del Revdo. H. Elías, [Hoy P. Elías Terol] vuelven a San Rafael para atender la comunidad de Montelimar.

También vamos a El Salto y Masachapa. Hablar de horarios y actividades, sería demasiado prolijo.

En San Rafael hay dos misas. Una el sábado por la tarde y otra el domingo.

¿Y, los demás barrios del municipio…?

—Son muchos. No podemos llegar a todos. Se suele ir el día de las fiestas patronales. Nos gustaría ir con más frecuencia. Pero es del todo imposible. No podemos multiplicarnos.

¿Y, los fieles, colaboran?

—Hay de todo. Pero, los que nos ayudan lo hacen muy bien. Son extraordinarios.

Además, tenemos una pequeña comunidad de Religiosas Lumen Christi. Pocas en número pero con un gran espíritu de entrega y sacrificio.

La Junta Parroquial, dinámica y eficiente.

Los jóvenes, sanamente inquietos y con ganas siempre de hacer algo que merezca la pena, son nuestra gran esperanza.

¿La jerarquía, el Sr. Obispo, ha venido alguna vez por aquí?

—Sí. Monseñor Chávez hace ya algún tiempo. Últimamente, nos visitó Monseñor Julián Luis Barni.

Quedó muy contento de ver el buen espíritu de los fieles y de todo lo que se estaba realizando.

¿San Rafael del Sur, no tiene Párroco?

—Sí. El Revdo. P. Antonio Bonet. Tienen en su haber muchos años de servicio a estas comunidades. Goza ahora de un merecido descanso. Está siempre presente entre nosotros. De lo que él y otros muchos sembraron, —entre ellos el P. Faus [Vicente Faus] — está dando sus frutos. A nosotros nos toca cosechar, mientras sembramos con esperanza e ilusión para que otros recojan a su tiempo. Siempre contando con la ayuda de Dios que es quien da el incremento.

¿La comunidad de PP. Escolapios, trabaja en algún pueblo o parroquia además de éstas de la zona del Pacífico?

— Nuestra obligación es colaborar siempre. Diariamente vamos a decir misa a distintas parroquias y comunidades de Religiosas de la capital. Sábados y domingos, se trabaja en barrios más o menos marginados. El P. Bruno Martínez dedica sus afanes al barrio de Los Castro.

Por otro lado, el P. Vicente Caudeli, con un grupo de seglares entregados, están haciendo maravillas en Los Jardines de Santa Clara.

Bueno, Padre, tenemos que volver a Managua. Nos hemos dado cuenta de la gran labor que los PP. del Colegio Calasanz están haciendo.

Inquieto, nervioso, consultando constantemente su reloj, dejamos al P. Álvarez, en este pueblo y dedicado a sus magníficos feligreses. Esperamos volver. Saben que pueden contar con nosotros.

Mauricio Morales Genie
Calasanz, hoy (XII.1969)

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La Masía del Pilar de los Padres Escolapios

Joan Seguí Estevan, escolapio

La Corporación Municipal de Godelleta inaugurará próximamente la “Plaza Padres Escolapios”, hecho que es muy de agradecer y que nos induce a reseñar el origen y presencia de los Escolapios en la población.

El 22 de febrero de 1737 llegan escolapios a Valencia para fundar un colegio, a petición de D. Felipe Lino Castellví, Conde de Carlet.

Para iniciar la enseñanza cuanto antes, compran una casa en calle Colomer, habilitan en su espacio cuatro clases de primera enseñanza y comienzan su ministerio el 20 de febrero de 1738, con una afluencia de 500 alumnos, algunos de los cuales fueron admitidos posteriormente al ampliar el espacio educativo. Todos con absoluta gratuidad.

Los Arzobispos de Valencia D.Andrés Mayoral (1738-1769) y D. Francisco Fabián y Fuero (1773- 1794) encariñados con la hermosa labor de lo escolapios les prestaron su decidido apoyo.

El Arzobispo Mayoral contribuyó con esplendidez a la construcción del actual colegio de la calle Carniceros y su monumental iglesia, y el Arzobispo Fabián y Fuero apoyó económicamente la labor educativa y apostólica de los Escolapios.

En informes a la Santa Sede, respecto a la situación de la diócesis, destacaron asimismo los 2000 alumnos gratuitos del Colegio de los Escolapios.

En 1763 el Arzobispo Mayoral inauguró en el Colegio el Seminario Andresiano, un internado de colegiales “becarios” (principalmente de familias venidas a menos), que serían instruidos en doctrina cristiana, buenas costumbres, lenguas latina, griega, francesa e italiana, historia, geografía, aritmética y geometría. Posteriormente, el Arzobispo Fabián y Fuero duplicó las becas por su inagotable caridad, y por eso las temporalidades del colegio le deben repetidos acrecentamientos.

La Masía del Pilar de Godelleta que adquirió del Dr. Prefaci por saldo de deudas de la Mesa Episcopal, la cedió en 1783 a los escolapios en pleno rectorado del P. Melchor Serrano, a quien posteriormente lo propuso como su Obispo Auxiliar.

Por tanto, los Arzobispos Mayoral y Fabián y Fuero vinieron a ser, con sus donaciones y legados, que daban apoyo económico a la munificencia de las becas del Andresiano, los verdaderos fundadores de la Masía del Pilar, que fue aumentando progresivamente en montes y tierras laborables con sus huertas, olivos, algarrobos y viñas, cuya producción de vinos corrientes, mistelas, rancios y vino de misa se vendían en el Colegio de Valencia con gran aceptación de los clientes por su calidad.

La Masía estuvo siempre muy en contacto con Godelleta, de la que procedían casi todos los trabajadores con alguno de Chiva y Cheste.

Entre los escolapios encargados de las tierras y dirección laboral destaca el Hermano Francisco Alegre, quien mantuvo muy alto el prestigio de la Masía desde principios de 1900 hasta 1936, inicio de la contienda bélica en la que fue inmolado con otros religiosos por ser religioso.

Durante la guerra, la Masía fue sede de mandos republicanos. Bajo la Perenchisa y entrada desde el barranco, se construyeron dos grandes depósitos de armas, cuyos restos bélicos pudimos constatar por los años 1940, y al lado de la Masía comenzaron a construir un gran edificio que llegó a las primeras ventanas, donde han edificado los Salesianos.

En 1939, acabada la guerra, vuelven los escolapios, entre ellos el P. Constantino Castellote Ventura y se piensa vender tierras de la Masía.

El día 3 de agosto se firma una relación de 58 parcelas de secano y 24 de huerta para ser vendidas, cuya lista tenemos a la vista y que pueden ser pagadas en diez plazos, como consta en un contrato del 1 de noviembre de 1939.

Para algunos esta compra les pareció como si les cayera la lotería. Con la cosecha de ese año ya pudieron pagar la parcela comprada. Como nos comentaba un conocido vecino amigo con cierta ironía: “Los de Godelleta, no compraron, ¡HEREDARON!”.

El 4 de agosto de 1940 el P. Bruno Martínez fue nombrado Ecónomo y Procurador de la Masía y, por tanto, encargado de la finca.

La Masía del Pilar desde 1904 hasta 1958, año en que la vendimos al Sr. Batiste de Carcagente y que luego compraron los Salesianos, fue siempre CASA DE FORMACIÓN Y ESTUDIOS de los Escolapios.

En 1904 hasta 1928 fue Centro de Estudios de Teología.

El 8 de junio de 1911 el P.Antonio Montañana inicia y dirige el primer Postulantado de la Orden de las Escuelas Pías con alumnos que se preparan para ingresar en el noviciado, cuyo primer candidato fue el P. Faustino Fantoba de Chiva. Perdura hasta 1936.

Actividad a destacar en la Masía desde 1929 a 1936 son las “Colonias Escolares” de verano para los niños gratuitos de los escolapios principalmente, que organizó el P. José Vaquer, cuyo ingenio y capacidad para recaudar fondos para que estos niños pudieran tener estas vacaciones fue sorprendente.

En 1939, acabada la guerra civil, se declara Casa Noviciado bajo la dirección del P. Pascual Juan y al R Bruno Martínez le nombran Maestro de Postulantes.

Nuestras relaciones con los vecinos de Godelleta siempre fueron amables. Íbamos el día del Corpus y alguna vez de paseo. Recordamos que con el P. Bruno fuimos al pueblo por 1943 para ver una maravillosa colección de mariposas de un señor, que contemplamos con mucho interés.

También algunos niños de Godelleta y masías colindantes acudían para compartir nuestros estudios, cosa que ya ocurría antes de la guerra como nos comentaba un vecino actual.

Hubo unos años en los que venían a la Masía los escolares de Godelleta para celebrar el 27 de noviembre, la fiesta de San José de Calasanz, Patrono del Magisterio Español.

Entre los escolapios más relacionados con Godelleta están el P.José María Soto, Hijo adoptivo de Godelleta, y el P. Bruno Martínez, cuyo proceso de beatificación ya está en Roma, por su cercanía con los vecinos y su fervorosa predicación de la Palabra de Dios.

Joan Seguí Estevan
Escolapio

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EL MINISTERIO ESCOLAPIO

ENCUENTRO EN ARGENTINA ­ MENDIOLAZA
Jesús María, escolapio / P. Omar, escolapio
Boletín informativo. Venezuela
115 – XI.2008

Es nuestro deseo compartir con toda la Viceprovincia los días que vivimos en Argentina, Mendiolaza, en el encuentro preparado por el Delegado para el Ministerio Jaime Pellicer sobre la realidad de nuestro Ministerio Específico en toda América.

Al llegar al Aeropuerto de Ezeiza de la ciudad de Buenos Aires nos estaban esperando el P. Eduardo García de la Provincia de Argentina y el P. Pedro Lasheras que había llegado antes y le acompañó a buscarnos. Llegamos alas 11: 30 p.m. hora de allí.

Desde el Aeropuerto nos dirigimos a la comunidad de los Padres Escolapios que se encuentra en el Colegio “San José de Calasanz” y nos ubicaron en las habitaciones para dormir. Allí nos encontramos con nuestros hermanos de la Provincia de México, P. Emmanuel, P. Miguel y la Sra. Mercedes profesora del Colegio “José María Morelos” que es el Colegio ubicado en la ciudad de Tlaxcala quienes habían llegado un poco antes que nosotros. Por la mañana nos encontramos con nuestros hermanos de la Provincia de Colombia P. Juan Jaime y P. Fernando.

Después, a la mañana siguiente nos llevaron nuevamente al Aeropuerto con destino a la ciudad de Córdoba ubicada a unos 700 kilómetros de Buenos Aires; en el avión nos fuimos con el P. Pedro Lasheras y el P. Javier Alonso de República Dominicana. Al llegar a Córdoba después de un vuelo de 1 hora 10 minutos nos estaba esperando el P. Ricardo Moreno de la Provincia de Argentina. Desde allí fuimos a Mendiolaza que está a unos 9 kilómetros aproximadamente desde el Aeropuerto. Es un pequeño poblado en donde los Padres Escolapios de Argentina tienen una casa de convivencias. Muy hermoso el lugar, sobre todo la capilla con un ambiente bastante acogedor. La temperatura del lugar 19 a 20 grados centígrados pues llegamos en primavera.

Al llegar, nos fuimos encontrando con muchos escolapios en un gran ambiente de fraternidad, de Escuela Pía. Por la tarde tuvimos la celebración de la Eucaristía y posteriormente la cena.

Por la mañana comenzamos con los laudes, seguidamente el desayuno y la presentación del encuentro por parte de Jaime. La idea de este encuentro era sencillamente presentar la realidad de todas nuestras obras y luego ver los elementos que le dan identidad escolapia a nuestras obras. Cada Demarcación fue presentando su realidad comenzando por Argentina y finalizando con Estados Unidos. Nosotros presentamos nuestra realidad del siguiente modo: Jesúsmari presentó Caracas y Valencia y Omar presentó Carora y Barquisimeto. Les podemos decir, hermanos, que aunque leamos las diferentes revistas que narran el ser y quehacer de algunas Demarcaciones, lo publicado en nuestras Efemérides y en los Anuarios nada es igual que escuchar la pasión y el amor que todos colocábamos al explicar la misión que la Iglesia nos encomendó en esta tierra hermosa de América. El rostro de los hermanos que nos iban contando todos los sueños, aciertos y elementos a mejorar de su realidad nos ayudaban a plantearnos más sueños y ciertamente seguir evaluándonos para responder con “con fidelidad creativa” a “los signos de los tiempos”.

Al finalizar esta parte que nos llevó todo un día nos adentramos en ver los elementos de identidad escolapia de nuestras obras. Les podemos decir que, sin el ánimo de faltar a la humildad, nuestra Escuela Pía de América mantiene vivo, con sus limitaciones, los principales destinatarios de nuestro ministerio: los niños y jóvenes pobres. Nos llena de gran alegría decir que no hemos olvidado a los pobres: para ellos fuimos creados y son ellos ese Jesús de Nazaret vivo y presente que una vez más nos dice: “ven y sígueme”.

Tuvimos la oportunidad de conocer en Córdoba, el Colegio Escuelas Pías, el Colegio Santo Tomás y la residencia Provincial en donde están los hermanos prenovicios; nos dio alegría conocer hermanos en formación inicial. De todo corazón les deseamos desde Venezuela fidelidad.

El encuentro terminó satisfactoriamente por parte de todos y se vio la conveniencia de mantener este espacio pues se trata de nuestro ministerio. Todas las conclusiones pasarán a formar parte del trabajo a presentar en el próximo Capítulo General a celebrarse en Peralta de la Sal pues el tema central será nuestro ministerio.

Al concluir en Mediolaza nos llevaron al Aeropuerto de Córdoba con dirección a Buenos Aires donde permanecimos hasta el día de nuestro regreso.

Tuvimos la oportunidad de pasear un poco; nos montamos en el metro que allí le dicen el Subte. Conocimos por fuera el estadio de futbol La Bombonera, el barrio Caminito al cual Carlos Gardel le compuso una bella canción. También visitamos un museo, la casa Rosada, el Congreso Nacional y, claro, la Catedral Metropolitana de Buenos Aires en donde están los restos del luchador de la patria San Martín. Allí en la Iglesia una vez más rezamos por nuestra Escuela Pía y por Venezuela.

Luego nos llevaron al Aeropuerto Internacional con rumbo a Venezuela. Allí nos encontramos con el P. Juan María y el P. Pedro Aguado.

Damos gracias a Dios por este maravilloso encuentro, por tanto don, tanto regalo. Damos gracias a toda la Viceprovincia por habernos confiado esta hermosa labor y a la Provincia de Argentina por la acogida y la fraternidad.

Junto a todos ustedes hermanos le pedimos a María Santísima, Trono de la Sabiduría, que nos siga acompañado en el anuncio del evangelio a los niños y jóvenes pobres.

De Dios y de los niños y jóvenes:

Jesús María, escolapio
P. Omar, escolapio

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P. José Antonio García Nuño

Patris Iosephi Antonii GARCÍA NUÑO a Sancta Teresia a Iesu Infante (1936-1995) ex Provincia Valentiae
José F. Unanua Pagola, Sch.P.

Hombre bueno y fiel

El epígrafe de sólo dos conceptos -bueno y fiel- , pone El marco preciso a la mejor definición o estampa de la vida del P. José Antonio García Nuño. Así fue, sin glosas, sin mayores comentarios. Bueno con todos. Fiel a Dios, fiel a los hombres, fiel a José de Calasanz y su Obra. En la era de la postmodernidad en que vivió, pragmática y relativista, un Escolapio cabal.

Su memoria perdura en claves de nostalgia y vacío, pero también de gratitud y estímulo. Gratitud a Dios que lo regaló a la Escuela Pía; estímulo para todos cuantos lo conocimos, pues ésa su estampa se gesta desde la sencillez, igual que en Teresita del Niño Jesús a quien él quiso asociar desde su juventud a su propio nombre y apellidos.

En la vida no hay efecto sin causa; la personalidad de José Antonio tuvo raíces sanas. La familia, el pueblo, la escuela del lugar, la parroquia, el entorno, configuraron desde los primeros años y para siempre su carácter fino, leal, laborioso, austero.

Nacido en una familia de arraigada fe el 8 de julio de 1936, en vísperas de la cruenta guerra civil española, siendo sus padres Antonio y Elisabeth, su infancia transcurre en la localidad de Morata de Jiloca, villa de la provincia de Zaragoza próxima al río de ese nombre, en la fértil ribera zaragozana. Pertenece ese lugar a la diócesis de Tarazona y se integra a la comarca de la comunidad de Calatayud, contando 360 habitantes en la actualidad, habiendo conocido momentos de mayor población.

Indicios elocuentes de su pasado esplendor se evidencian en la iglesia parroquial dedicada a San Martín, donde José Antonio recibió los sacramentos de iniciación cristiana -bautismo, primera comunión, confirmación-, templo de un hermoso estilo mudéjar, cuya fachada presenta en su parte superior una galería de arcos aragoneses del siglo XVI, con torre que ofrece el aspecto típico de minarete de mezquita y retablo del altar mayor o pintura aragonesa del siglo XV; en el entorno inmediato se halla la ermita de la Santa Cruz, situada en un leve cerro y construida en tapial y mampostería; todos ellos, elementos plásticos del hábitat religioso del niño y adolescente José Antonio.

En el cálido entorno de una población donde todas las familias y personas se conocen entre sí, transcurre feliz la primera etapa de su vida; de aquí sale José Antonio para La Masía del Pilar, provincia de Valencia, en 1951, y después de tres cursos de formación y estudios como postulante, que realiza en ese lugar y en Yecla (Murcia), inicia aquí mismo el noviciado el 27 de agosto de 1954 a sus 18 años, siendo Maestro el benemérito P. Manuel Mayor Oltra.

Los estudios de filosofía y magisterio los realiza, entre el aislamiento de fuera y la cálida animación por dentro, en el vetusto monasterio navarro de Irache (1955-58) a los pies del Montejurra, un centro de estudios de densa resonancia escolapia, ya que desde 1884 desfilaron por sus renacentistas claustros y severas aulas numerosas generaciones de jóvenes de toda España e incluso de América, que en un ambiente de rica fraternidad, gestaron ilusiones y soñaron utopías, acompañados por una selecta comunidad generalicia.

En un animado clima preconciliar, los estudios teológicos y su vertiente pastoral los realiza en los junioratos escolapios de Albelda de Iregua y Salamanca (1958-1962), cercano este último a ambientes universitarios; su entrega definitiva a las Escuelas Pías, mediante los votos solemnes, tiene lugar en Albelda el 12 de septiembre de 1961, fiesta escolapia del Dulce Nombre de María. Recibe el sacerdocio en Salamanca el 22 de diciembre de 1962, en vísperas de la Navidad; y en el mismo clima navideño, celebra su Primera Misa solemne en Santa María de Calatayud el inmediato 29 de diciembre.

Su primer destino en la Provincia fue el Colegio de San Joaquín de Valencia, donde permaneció hasta 1969; aquí se estrenó, llevando con genuina inspiración calasancia, la dirección del Colegio de Gratuitos de la Plaza, promoviendo con juvenil entusiasmo la preparación de los alumnos hacia diversas artes y oficios para que, sin tardar, contribuyeran a la economía de su hogar; al captar que los estudiantes y sus padres, con ayuda de las becas del Patronato de Igualdad de Oportunidades, optaban por cursar el bachillerato y en consecuencia disminuía el número de alumnos a pesar de sus desvelos, asumió la acertada y dolorosa decisión de proponer a la Comunidad Religiosa el cierre del Centro, que tras tantos años de benemérita labor social, había cumplido ya la misión para la que se creó.

A partir de1969, José Antonio pasa a América, donde su labor fue calificada de forma unánime por los conocedores de la historia escolapia contemporánea, como extraordinaria; fueron varios los escenarios y países en que desempeñó su labor, en todos los cuales -como hilo conductor de su perfil escolapio- aparece una constante: darse y servir. América resultó el destino ideal para sus sueños, donde midió la talla de su humanismo y de su entrega; analizada hoy su carrera, se contempla estelar.

El primer destino fue el Colegio de Managua, donde a los pocos meses de llegar fue nombrado Rector, cargo que ocupó dos trienios (1970-1976), viviendo la fuerte experiencia del terremoto que asoló la ciudad y derrumbó el Colegio Calasanz (1972), a consecuencia del cual moría el P. Bruno Martínez el 29 de diciembre del mismo año.

Viendo su feliz desempeño y logrado prestigio, es elegido Viceprovincial, cargo que también ejerció por dos trienios (1976-1982), etapa en la que conduce a la Demarcación hacia la formación permanente de los Religiosos y coloca sus obras en clave de pastoral desde una ágil y novedosa “programación estratégica”; época, por otra parte, difícil para la Iglesia que sufrió a veces efectos negativos de dos Gobiernos sucesivos en Nicaragua: la dictadura de Somoza y el Sandinismo; también nuestro Hermano vivió de cerca momentos preocupantes al ser arrestado con su Comunidad, sin causa alguna real, por la Guardia Nacional del primero y sacados de la Casa con fines desconocidos, plan frustrado por la intervención inmediata del Sr. Cardenal Miguel Obando y Bravo, a quien posteriormente se le concedería la Carta de Hermandad.

Entre 1982-1985 ejerce el cargo de Rector del Colegio de Santo Domingo, en República Dominicana, portando en su dossier personal sus depuradas virtudes, puestas a prueba en las densas etapas recién vividas. Su calidad humana y preparación académica no pasaron desapercibidas al entorno eclesial y educativo de los países donde trabajó: en Nicaragua fue Presidente de la Conferencia de Religiosos y directivo de la Federación Nacional de Educación Católica, así como miembro del Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Managua; y en República Dominicana desempeñó los cargos de Vicepresidente de la Unión Nacional de Colegios Católicos, miembro del Consejo Presbiteral y del Consejo de Consultores del Arzobispado de Santo Domingo.

Es de aquí de donde parte en 1985 hacia Salamanca para asistir al Capítulo General, en calidad de Vocal por la Viceprovincia, y donde es elegido Asistente General por América, alto cargo para el que sería reelegido en el Capítulo General del año 1991 celebrado en Ariccia, localidad cercana a Roma, y en el que permanecería hasta su accidentada muerte, que ocurre el 23 de diciembre del año 1995, hacia las 5.30 del atardecer, estando de visita en México.

Muerte sobrevenida en actividades inherentes al propio cargo; regresaba de cumplir su tarea del día: sumarse al gozo de la Provincia mexicana por la Primera Misa del joven escolapio Rosalío Lugo Morales, celebrada en su ciudad natal de Querétaro, capital del Estado del mismo nombre, al norte y a tres horas de distancia en coche de la capital federal azteca, aproximadamente 170 kilómetros antes de llegar a la residencia provincial; siendo la ciudad inmediata San Juan de los Ríos -crecida y con bastantes recursos-, allí se le lleva para practicarle la autopsia.

Un final sorpresivo, para el que José Antonio venía preparándose con especial unción durante el Adviento que ahora finalizaba, en el que reiteradamente cantó: “Ven, Señor, no tardes”. Y esta vez resonó clara una voz: “Miren, el Esposo está aquí, salgan a recibirlo” (Mt 25, 6). Un accidente y un final llorado entonces, sentido siempre. En los ámbitos de la Escuela Pía, en diferentes países, en el fondo de muchos corazones, hubo consternación. Sí, ésa es la palabra. Todo fue como una pregunta larga, con respuesta breve: ¡Misterio! o designios de Dios.

Viajaban cinco Escolapios en ese coche, el cual salió de la autopista y chocó con un pino de la larga y densa hilera de los mismos situada en la zanja que separa las dos direcciones de la vía. Sentado José Antonio en el lado izquierdo y trasero del automóvil, su cerebro recibió golpe mortal. Sólo él murió. Una cruz de mármol colocada en el lugar, es testigo silencioso de la tragedia; su inscripción recuerda la fecha del accidente y alude a la vida, la de Cristo resucitado y en El la de José Antonio.

Al día siguiente, antes de la incineración, el P. Provincial de México, Aarón Julio Cahuantzi, presidió una concelebración con los novicios de la cercana Celaya, en la capilla donde se había colocado el féretro; la urna con las cenizas fue llevada a la casa Noviciado donde el 29 de diciembre tendría lugar el solemne funeral, presidido por el P. José Antonio Miró Gumá, Delegado General para la Formación, y con la providencial presencia de los participantes en el “Encuentro de Responsables de formación inicial y de Coordinadores de Pastoral Vocacional de América” que, llegados el día anterior a Celaya, tenían su curso desde el día 29 de diciembre al 6 de enero; en el mismo Encuentro debía participar como exponente el P. García Nuño. Lo hizo, pero desde su silenciosa presencia. El conocido escolapio en México P. José Almirall Andreu escribiría más tarde aludiendo a su visita a la Provincia: “Nos quedamos sin tu palabra”.

Un funeral, que al mismo tiempo, resultó digno homenaje a nuestro Hermano con representantes de estos países o lugares: Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, Centroamérica, Cuba, Puerto Rico, Las Californias, México y Roma. Nuestra América escolapia, allí presente: un fino gesto de Dios Padre, dispensando “honor al que honor merece” . Resultó altamente conmovedor ver cómo todos los presentes besaban arrodillados y con emoción la urna colocada junto al altar.

Similar emotivo funeral y última despedida fueron los que la Provincia de México le tributaron al día siguiente en la ciudad de Santa Ana Chiautempan, con la presencia de las Madres Escolapias que participaron activamente en la Liturgia, juntamente con la comunidad educativa del Instituto Morelos de los PP. Escolapios y numeroso público de la ciudad; en el bello marco de la iglesia del célebre Convento de Ntra. Sra. de los Ángeles y ante la popular imagen del “Padre Jesús”, se despedía a nuestro Hermano evocando su fecunda labor en bien de los pueblos de América.

Seguidamente, en larga procesión, se le acompañaba al cementerio para depositar la urna de sus cenizas en el panteón de la Provincia de México. Todos lo presenciaron: al salir del templo y organizarse la comitiva, comenzó pertinaz lluvia; no pocos de los asistentes pensarían en el llanto silencioso de la naturaleza. Mas algo sí era cierto y visible: las lágrimas, muchas lágrimas de los presentes.

Pero éste no es el punto final de nuestro P. García Nuño; las personas pasan, mas sus hechos permanecen; aunque la memoria humana tiende a ser frágil, pronto aparecieron numerosas y serias reflexiones escritas por diferentes Escolapios sobre su figura y obra; los aspectos resaltados en esas reflexiones son múltiples y provienen de diversas fuentes; varios de ellos han quedado reflejados o sugeridos en el itinerario de su vida ya descrito; mas es justo y enriquecedor espigar aquí, de entre los numerosos testimonios escritos -aunque en breve síntesis y de forma panorámica-, elementos de la trama de su ser y obrar en tres ámbitos: humano, espiritual, laboral. Ha de hacerse notar que las expresiones más rotundas, y a veces entrecomilladas por ser tomadas literalmente, se deben al P. José Mª Balcells,General de la Orden durante 18 años, con quien el P. García Nuño fue Asistente por América durante casi dos sexenios; él le dedicó una cuidada, fundamentada y sentida Carta póstuma “In memoriam”, (Ephemerides, febrero 1996).Veamos esos tres aspectos o niveles.

Ámbito humano:
hombre de principios, fiel y entero, concilió su calidad de vida con el realismo cotidiano y actitud siempre respetuosa hacia los demás, que a la par era profética, sobre todo en las sesiones de trabajo o reflexión; su humildad fue paralela a su disponibilidad para el servicio; atendía a todo el mundo con una sonrisa que infundía confianza; trabajador tenaz, buscador inquieto y creativo, no conocía ni el desaliento ni la tregua; como Superior, dadivoso hasta el detalle, adelantándose a la petición; sus numerosas cartas o postales eran siempre portadoras de expresión de cariño y recuerdo; mostraba ilusión contagiosa por el futuro de la misión escolapia en América. Sin alarde alguno, no descuidó sus estudios y formación: cursó Magisterio en Zaragoza (1958), diplomado de Pastoral en Salamanca (1962), Profesor de Educación Media en Managua (1972), licenciatura de Psicopedagogía (Managua, 1973) y un Máster en Supervisión Escolar (Santo Domingo, 1984); estaba abierto al fenómeno del cambio, atento siempre a su propio aggiornamento, asistiendo con frecuencia, dentro y fuera de la Orden, a conferencias o eventos culturales.

Ámbito espiritual:
imbuido de una fe sin fisuras, en expresión del P. Balcells, hacía suya la premisa calasancia “sentire cum Ecclesia”; Roma, hacia dentro, le llenaba de aromas calasancios, tan presentes en legados visibles de la persona y Obra del propio Fundador; hacia fuera, la Ciudad Eterna le motivaba con fuerza por su milenaria herencia espiritual e histórica, tradiciones singulares y experiencias vivas cual eco permanente y epicentro de una Iglesia universal. En ese escenario, José Antonio apareció “todo un escolapio, feliz de serlo y feliz de comunicarlo, que conocía como pocos nuestro propio universo” , según la misma fuente; vivía su vocación de consagrado con manifiesta alegría, seguía y perseguía los datos sobre personas, comunidades y Demarcaciones para asentarlos cada mes en la sección “Noticias breves” de las Ephemerides; quienes como huéspedes visitaban la Casa Madre de San Pantaleo, quedaban encantados de su exquisita acogida y fraterno trato recibido.

Ámbito de la misión:
en su itinerario pre-romano, ha quedado ya reflejada la trayectoria de la obra del P. García Nuño; aludimos aquí a su etapa romana, denso tramo final de su vida, durante el cual, en lenguaje del P. José Mª Balcells, ejerció su cargo de Asistente General como “diaconía inigualable” en los temas grandes y en los detalles pequeños, siendo -según el mismo testimonio- el paradigma de tal cargo; “fue noble, noble en decir y no menos en aceptar el consenso logrado; no calló nunca lo que creía debía decir en las reuniones y no hubo mayor discreción que la suya a la hora de exponer lo convenido” . En sus viajes, aparecía como una “epifanía” de signos escolapios, para entregar encomiendas a personas o comunidades. Se mostró dinámico, apóstol: “América fue visitada, saludada, animada, recorrida y amada de parte a parte; fue excelente Asistente, y se me hace que José Antonio no ha dejado de ser Asistente”.

Es sentir y decir de su P. General.

Sus sueños permanecieron vigorosos hasta sus últimos días. El año en que murió, programó un ambicioso curso de Formación Permanente que, haciéndose acompañar del que redacta estas páginas, llevó en sendas ediciones de dos semanas cada una, tanto a México, con sede en Celaya, como a Centroamérica, con sede en Managua; en un selecto y bien armado dossier entregado a cada cursillista, contextualizó la era de la Postmodernidad y, partiendo de la realidad, orientó el futuro de la misión escolapia ante Religiosos Escolapios y colaboradores laicos en nuestras Obras; idéntico programa estaba ya anunciado y calendarizado para llevar tanto a la Provincia de Argentina, desde Córdoba, como a la Viceprovincia de Chile, desde Santiago-Malloco, en los inicios del año 1996, iniciativas estas últimas que quedaron truncadas por su inesperada muerte.

¿De dónde deducía nuestro Hermano con tanta coherencia, empeño y decisión sus ideas para trabajar en el Continente americano? La respuesta aparece clara: del denominado proyecto “América 2.000” o “Encarnación de las Escuelas Pías en Latinoamérica”, documento programático que él mismo propició en el Encuentro de Superiores Mayores Escolapios de Latinoamérica celebrado en Cuenca-Ecuador del 30 de septiembre al 4 de octubre de 1990; una visión lúcida, inteligente y necesaria para su misión en América: trabajar desde consensos logrados, desde una visión global del mapa escolapio, desde jerarquía de prioridades.

La memoria del P. García Nuño continúa, como icono visible, de diferentes formas entre nosotros: en su zaragozana localidad natal -Morata de Jiloca-, que con fecha 11 de noviembre del año 2.000 le dedicó una calle rindiéndole sentido homenaje de autoridades y pueblo; en el corazón de la Provincia de México, Casa de Formación de Celaya, que rotuló su Aula Magna con el nombre “P. José Antonio García Nuño” en fecha 5 de enero de 1996, con presencia de representantes de las Demarcaciones de América; en efigies y recordatorios que evocan su figura; pero sobre todo, en el corazón de muchas personas que -tocadas por sus mensajes y testimonio- se han convertido a una vida escolapia de mayor calidad.

Al poner fin a estas líneas necrológicas sigue viniendo a la mente la reiterada y profética expresión de José Antonio: “Cuando termine mi servicio como Asistente General, pediré regresar a América para vivir y trabajar como escolapio y quedarme después allí para siempre”. Y aquí se ha quedado, como signo y testigo de un Escolapio cabal, como preciado legado de la Orden, para siempre.

P. José Antonio, desde el Cielo ayúdanos a construir la Escuela Pía de José de Calasanz que tú soñabas, por la que trabajaste día a día, la que con tanta ilusión nos has legado. Como buen discípulo del Maestro, recorriste la geografía escolapia haciendo el bien. Sembraste esperanza, recogemos compromiso. Amigo de todos, descansa en la paz del Señor.

José F. Unanua Pagola, Sch.P.

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