viernes, diciembre 08, 2006

Seguir a Jesús en el compromiso con los excluidos

Ephemerides Calasanctianae
Fernando Aguinaga.
11 de agosto de 2005

11º INTERECLESIAL DE LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE (CEBs)
Ipatinga, Estado de Minas Gerais (Brasil),
de 19 a 23 de julio de 2005

Tema: “cebs, espiritualidad liberadora”
Lema: “seguir a Jesús en el compromiso con los excluidos”

Era un sueño.
Cuando llegué a Brasil, hace casi 18 años, pensaba que un día tendría la oportunidad de participar en algún Intereclesial de las CEBs, al leer artículos al respecto de Leonardo Boff, Pedro Casaldáliga, etc. Las Comunidades Eclesiales de Base nacen en medio del pueblo que sufre y se organiza en comunidades de fe con el compromiso en favor de una vida digna para todos, especialmente para los excluídos. Las CEBs representan el sueño de una nueva Iglesia e de una nueva sociedad. Se apoian en la Palabra de Dios, en el proyecto del Resucitado e en el mensaje de la Iglesia. El Espíritu Santo ilumina las comundades por medio de la integración de la Sagrada Escritura, la realidad del pueblo y de la conciencia eclesial en todos sus niveles. Procuram una espiritualidad inserta en la vida de los pobres, marcada por la experiencia de Dios, buscando la liberación de las personas, de la historia e de toda la humanidad.

Participamos de este encuentro unas 5.000 personas de todos los estados brasileños, así como también representantes de otros paises, principalmente latinoamericanos. Delegados: 3.809 (1.964 mujeres y 1845 hombres); religiosas(os): 420; presbíteros: 380; obispos: 50 (de los cuales 22 estuvieron todo el tiempo que duró el encuentro). Fueron también convidados más de 250 jóvenes, 65 representantes de los pueblos indígenas, de los movimientos de afrodescendientes, de los movimientos de los sin tierra y sin casa, etc. Como detalle importante para nosotros, uno de los responsables por el campamento juvenil era Enivaldo João de Oliveira, diácono escolapio que recibirá la ordenación presbiteral el 8 de octubre de este año. Todos elogiaron mucho su trabajo y uno de los obispos le bautizó como “el apóstol de los jóvenes”. Pasaron centenas de visitantes, especialmente en los momentos de abertura e en la eucaristía final. Más de 2.000 familias hospedaron en sus casas a los participantes e otras 2.000 trabajaban en diversos equipos de servicios. El número de delegados que ya participó en intereclesiales anteriores fue de 945 (25%) y los delegados que participaban por vez primera fueron 2.864 (75%). Es decir, las CEBs están vivas. Como decía Pedro Casaldáliga: “A la Teología de la Liberación y a las CEBs nos han quitado casi todo... nos han quedado Dios y los pobres”.

Ha sido un encuentro precioso, tiempo de gracia y de júbilo. Las celebraciones litúrgicas, bellísimas, bien preparadas, expresando por medio de símbolos, palabras, gestos e cantos la presencia liberadora de Cristo que actúa a partir de los sufrimientos del pueblo, produciendo una nueva humanidad. Pascua: pasando de la cruz hacia la resurrección. Las procesiones simbolizaban el caminar del pueblo por los desiertos difíciles de la historia. Celebrar sin prisas, con canciones, participación, profundos momentos de silencio... invitando siempre a asumir el compromiso por los caminos de liberación humana y social. Experiencia profunda de fe bíblica, recibiendo la presencia del Espíritu que transforma la historia de acuerdo con los proyectos del Padre en el seguimiento de Jesucristo, presente en la Comunidad, en la Palabra, en el Sacramento, en los Ministros (ordenados o no) que sirven al pueblo y, especialmente, en el rostro de cada ser que sufre.

Cada día iniciábamos con un momento de acogida por parte de los equipos de animación en cada una de las “locomotoras” (eran 6 locomotoras con más de 600 personas en cada una de ellas). Después un grupo previamente escogido orientaba la oración de la mañana (60 minutos). Llamó la atención el pueblo indígena que, partiendo del simbolismo de la madre tierra nos introdujo espiritualmente en un clima de oración y de alabanza a Dios por el don de la vida. Ellos se expresaban en su lengua original (de la tribu de los Pataxós, al sur del Estado de Bahía). Podíamos entender y participar por medio del rico simbolismo utilizado. Al final asumimos el compromiso de apoyar la causa de los pueblos indígenas que hoy se concretiza en la exigencia de la demarcación de sus tierras, que ya está contemplada en la Constitución Federal. Este compromiso se insertó en la “Carta das CEBs”. También fue preciosa la celebración preparada por los cristianos evangélicos. Creativa, con cantos emotivos, comentarios bíblicos originales... Al final distribuyeron banderitas blancas manifestando el deseo de convivir en armonía con los católicos.

Después de la oración de la mañana cada grupo se dirigía a sus respectivos “vagones” (100 personas en cada uno). Ambiente de madurez, alegría, compromiso y fe. Las reflexiones nacían siempre de la realidad y se pretendía la participación de cada miembro a partir de los pequeños grupos (entre 15 y 20 personas) que después se integraban em el “grupão” o grupo mayor. Las “Locomotoras” desarrollaban 6 grandes temas: - CEBs y Espiritualidad Liberadora. - CEBs y la Dignidad Humana (promoción de la ciudadanía). - CEBs y “La Via Campesina”. - CEBs y la Construcción de um Otro Mundo Posible. - CEBs y la Formación de un Nuevo Sujeto. - CEBs y la Educación Liberadora.

Las CEBs, en sus encuentros, acostumbran usar la imagen del tren para organizarse en grupos menores. Cada uno de los grandes temas es la “locomotora” (eran de más de 600 personas). Se divide en vagones (de más de 100 personas). Se forman “grupos de reflexión (entre 15 y 20 personas). Cada “locomotora” o grupo grande temático se reunía en local propio: una escuela, pabellón deportivo, etc. La dinámica de las reflexiones seguía el método: ver, juzgar y actuar. Llamaba la atención ver personas de todos los estados de Brasil expresándose con convicción y compromiso, partiendo de las difíciles situaciones de la vida.

Los momentos de animación han sido excelentes. Al pueblo le gusta cantar y danzar, expresar una y mil veces el sentimiento de aquel canto de Gonzaguinha (de la música popular brasileña): “Viver e não ter a vergonha de ser feliz. Cantar e cantar a beleza de ser um eterno aprendiz. Ah, meu Deus! Eu sei que a vida devia ser bem melhor e será. Mas isso não impede que eu repita: é bonita, é bonita, é bonita!”. El intereclesial es una utopía que ya se realiza de alguna forma; fiesta y compromiso, oración y acción, encuentro y fortalecimiento, ternura y responsabilidad, comunión y misión.

En relación al ecumenismo y al diálogo religioso en todo momento, con respeto fraterno y sincero, hubo esfuerzo por parte de todos. Desde la celebración de abertura, cuando en medio de la noche se encendía el cirio pascual, junto a los obispos se encontraban pastores evangélicos, pajés indígenas y un sacerdote de religión africana. La luz del cirio fue extendiéndose por medio de las velas de todos los presentes contagiando la alegría del Resucitado. Después de escuchar los clamores de los sufrimientos del pueblo recibimos la Palabra pues necesitamos alimentarnos de ella. El Espíritu despierta en nosotros, por medio de la Palabra, la alegre esperanza de que un otro mundo es posible, a partir de un nuevo sujeto que sea protagonista de la historia en colaboración con el gran compañero de “caminhada” que es Jesucristo. Por El, con El y en El peregrinamos hacia el Padre bajo el soplo del Espíritu. Las Comunidades Eclesiales de Base son también portadoras de profecía: Soñamos con una Iglesia más participativa, toda ella ministerial, unida en el respeto a las diversidades, misionaria, madre-maestra, acogedora, defensora de los pobres e excluidos, abierta a los nuevos desafíos. Una Iglesia donde el poder sea compartido, abriendo espacio para la participación de la mujer en todas sus instancias de servicios y de decisiones. Iglesia que sea comunidad inspirada en la Trinidad, comunión perfecta en el amor.

Otro día celebramos el don de las aguas y de la tierra agradeciendo por la creación e asumiendo el compromiso en favor de la ecología, pues no existe liberación social sin cuidado de la naturaleza y necesitamos ser transformados por el Espíritu en nuevas criaturas que aprenden a relacionarse positivamente con los otros, consigo mismo, con la naturaleza y, lógicamente, con Dios. Finalizando esta celebración entraba por la laguna del Parque Ipanema un barquito trayendo la imagen de Maria de Nazaret, símbolo de la nueva humanidad reconciliada con Dios, consigo misma, con los otros y con la naturaleza. Para finalizar este encuentro del intereclesial celebramos la eucaristía: verdadero memorial de la Pascua de Jesús, luz e alimento para llevar el mensaje de Cristo, con obras e palabras, por todos los rincones del país.

Por la tarde o de noche celebrábamos los momentos principales de oración del día, todos los casi 5.000 participantes juntos. Estos momentos duraban entre dos y tres horas. El primer día fue la celebración de abertura, que ya he relatado. El segundo día, la celebración penitencial. Fue un pedido comunitario de perdón a Dios y a los hermanos por todos los sufrimientos actuales, que tienen sus raíces en los últimos siglos de una historia marcada por el desprecio hacia los que son diferentes. Contemplábamos, ayudados por textos bíblicos y símbolos, el rostro de Jesús crucificado que se identifica en los excluídos de hoy. El tercero, la celebración ecológica o de las aguas. Los participantes de los estados del norte del país (Región del Amazonas) prepararon en el Parque de Ipanema, al rededor de una laguna esta celebración. Agradecíamos a Dios por el don de la creación y abrazábamos el compromiso de la ecología, pues no existe liberación social sin el cuidado de la naturaleza. Necesitamos del Espíritu para que seamos nuevas criaturas que aprenden a relacionarse harmoniosamente consigo mismos, con los otros, con la naturaleza y con Dios. El último día, para finalizar el encuentro e celebró la eucaristía. Hubo tiempo y espacio para las expresiones indígenas e afrodescendientes. Hubo también una noche de encuentro cultural con las comunidades cristianas que nos hospedaban y otra de música –danza populares.

La “Carta das CEBs” es un resumen de todas las reflexiones que fueron realizadas en las 6 grandes locomotoras a lo largo de estos días. Ya están siendo publicadas también en el sitio www.cebs11.org.br junto con otras cartas y comunicados (de los obispos brasileiros, etc.).

La experiencia personal e comunitaria fue sencillamente maravillosa. El trabajo intenso: yo estaba hospedado a 16 kms.. de mi “locomotora”; me levantaba a las 5 de la mañana y volvía a las 11 de la noche. Uno de los organizadores del último “Fórum Social Mundial” realizado en Porto Alegre (sur de Brasil) afirmaba que un otro mundo es posible y estamos descubriendo sus referencias; necesitamos de la mística de los cristianos e de otros grupos religiosos para motivar su construcción. Las CEBs son portadoras de esta mística, tienen la motivación que se necesita. Partiendo siempre de la realidad de los excluídos e alimentando la mística del compromiso junto e a favor de ellos, el encuentro ha sido una inmersión en las aguas del Espíritu, un bellísimo e agradable (“gostoso”) baño de Dios.

Pe. Fernando Aguinaga.